Hay algunas interrogantes que a propósito de los fines de siglo, de milenio y otras fechas como diciembre 21 de 2012 surgen de vez en cuando y resultan interesantes, por lo menos para análisis históricos, sociológicos y desde luego, astronómicos.
¿Para qué se hace un calendario? ¿Cómo se hace? ¿Cómo se utiliza?
Y quizás lo más importante, ¿La naturaleza obedece al calendario o el calendario puede obedecer a la naturaleza?
Le daré mis respuestas, solo con el interés de estimularlo a encontrar las suyas y quizás para establecer algún intercambio de ideas provechoso para todos.
http://history.howstuffworks.com/central-american-history/mayan-calendar.htm/printable
¿Para qué se hace un calendario?
Para llevar un registro fiel del transcurrir del tiempo.
Para saber cuánto tiempo ha pasado desde un acontecimiento y cuánto falta para que ocurra otro. Para facilitar la predicción científica (no la adivinación) de fenómenos repetitivos como lunaciones, eclipses, tránsitos, oposiciones, conjunciones, etc. y para saber cuando hay cumpleaños, debemos cobrar cuentas, o pagar deudas.
¿Cómo se hace un calendario?
Se necesitan al menos cuatro cosas:
- Establecer un punto de partida.
- Cierto conocimiento del mundo físico (natural), que en mi limitado entender es el único que existe, aquí o en cualquier parte del universo.
- Un poco de saber matemático para llevar las cuentas claras.
- Una metodología de registro duradera, o que al menos se pueda reproducir sin dificultad, en caso de que los originales se pierdan o destruyan.
Tal es el caso de calendario gregoriano que usamos la mayoría de los habitantes de la Tierra, en el cual hay una incertidumbre de unos 4 a 6 años en la fecha de inicio y por eso, se dice que el nacimiento de Jesús pudo haber ocurrido entre el 6 a.C. y el 4 a.C.
Hay otros calendarios que tampoco están exentos de incertidumbre en el punto de partida.
La incertidumbre también la ha causado la insensatez de algunos gobernantes, que cuando llegaron al poder destruyeron gran parte de la obra de su predecesor, causando una gran dificultad a los historiadores.
Como vemos, el punto de partida es totalmente arbitrario, es una decisión que toma el diseñador del calendario y además, como toda medición afectado por incertidumbres.
Escogemos entonces para periodos más o menos largos el regreso de sol a uno de los solsticios (año), la observación consecutiva del primer cachito de luna creciente (mes), la salida consecutiva del Sol por el oriente (día), o el cruce de este astro por el meridiano del observador.
Ciclos más grandes basados en la naturaleza, requieren observaciones más cuidadosas generalmente astronómicas y el empleo de matemática.
Entonces, ¿estaremos de acuerdo en que la naturaleza le puede poner condiciones al calendario, pero no viceversa?
Todo calendario requiere algunos ajustes para ir al compás de los fenómenos naturales, pero ningún fenómeno natural se puede ajustar para que satisfaga cierta fecha del calendario, simplemente porque los fenómenos que no sean cuánticos, no dependen de la manera como los observamos
Además nos permite hacer conteos confiables hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, por ejemplo para pronosticar la ocurrencia de fenómenos naturales en el futuro, cuyo modelo de comportamiento consideramos que se ha analizado apropiadamente y ha resistido las pruebas previas.
La matemática se ha creado, entre otras cosas, para facilitarnos la descripción cuantitativa de los fenómenos naturales. Si se nos hace difícil de comprender y dominar algunas partes, o no la entendemos del todo, eso no significa que no sea útil. En cualquier momento podemos pedir la ayuda a un matemático competente para que nos asesore.
Cuando le aplicamos matemática al calendario, le tiramos encima el sistema de numeración que usamos, ya sea decimal como el nuestro, o vigecimal como el Maya. Así que cuando aparecen números como 13, 666, 9-11, centenas, miles, millones, o katunes y bactunes, es una consecuencia simple del uso del sistema.
Los números ya existían desde antes de aplicarlos al conteo del tiempo y esos números especiales para algunos observadores, no influyen para nada en la naturaleza, son simples puntos interesantes en el sistema de cómputo, no hay nada misterioso, oculto o mágico en ellos.
Al igual que cuando el odómetro de un vehículo alcanza de nuevo el número 00000 km, lo que significa es que el carrito está algo viejo, o que ha experimentado un largo kilometraje, pero ese mismo estado lo alcanzaría si el odómetro estuviese en millas, solo que con otro número.
Como ustedes saben, las órbitas elípticas hacen que la duración del día no sea constante. Las diferencias mayores están entre un día cercano al afelio y otro cercano al perihelio. Así que 23 horas, 56 minutos, y 4,091 segundos (día sideral) es solo un promedio anual y 24,00 horas es simplemente un redondeo, que facilia la construcción de relojes.
Ese es el motivo por lo que a pesar de que contamos con excelentes relojes atómicos, a veces se suma o se resta un segundo al tiempo, no porque el calendario y el cronómetro estén mal diseñados, simplemente para volver a un acople cercano con el paso de la naturaleza.
Si quisiéramos podríamos decir que tarda 365 días promedio (o 365 salidas del sol por el oriente). Pero, como en todo, tenemos que afrontar las consecuencias de esa decisión, ya sean convenientes o inconvenientes.
Un año de 365 días no devuelve a la Tierra a su punto de partida, porque una revolución completa se ha medido que requiere en promedio 365 días, 6 horas, 9 min y 9,7676 segundos (año sideral).
Entonces, es necesario hacerle ajustes al calendario para acoplarlo con la ocurrencia de los fenómenos naturales, para que la navidad, por ejemplo, no comience a desplazarse en el calendario, hasta llegar a ocurrir en el futuro con clima y cielo de junio.
Pero lo importante es que sea un registro fiel, exacto, sin que intervenga en él las pasiones del registrador. Si esto no es así, las fechas anotadas se vuelven meras curiosidades, que requerirán mucho trabajo cuidadoso para tratar de acercarlas a la realidad.
Sensatamente.
No le podemos pedir lo que no puede hacer.
Creo que con un calendario, una persona con conocimiento y habilidad puede hacer predicciones más o menos válidas de ciertos eventos. Usará desde luego el método científico, matemática, lógica, razonamiento riguroso, lealtad y ética.
No creo que se pueda hacer lo que llaman -profetizar o adivinar- con solo ponerse el sombrero de pensar.