Resumen de los más relevantes. Afine el cronograma cuando se publique el almanaque del mes respectivo.
Enero
03. Tierra enperihelio. A 0,983 unidades astronómicas del Sol. A pesar de estar 5,1 millones de kilómetros más cerca que en afelio (04 de julio), el hemisferio sur de la Tierra está más inclinado hacia el Sol, por eso hay verano allí, e invierno en el Norte. (Así, que nuestra temporada soleada que se acerca, ocurre en la estación de invierno).
Lluvia de meteoros Cuadrantidas. Observe hoy y mañana de media noche al amanecer. El máximo de la lluvia está predicho para las 7 p.m. del 03, pero a esa hora la radiante está muy baja, para nuestra latitud y pocos meteoros logran llegarnos.
04. Eclipse parcial de Sol, visible en Europa, Norte de África y Oeste de África (no visible en Costa Rica).
08. Venus en máxima elongación Oeste. Separado 47° adelante del Sol (unas tres horas). Buena oportunidad para observarlo antes del amanecer y si está despejado (y con maña) , después de la salida del Sol).
09. Mercurio en máxima elongación Oeste. Separado 23° adelante del Sol. Observe antes de la salida del Sol.
24 al 31. Amanecer más tardío del año (para latitud 10° Norte): 5:59.
Ya desde el 19 la emoción había generado en mí, una sutil ansiedad que no me dejaba dormir, esperando que ocurriera este extraordinario evento.
Hacía tanto tiempo que no miraba un eclipse lunar, ni otro acontecimiento astronómico, comparable a la pasada del Halley, o al eclipse de sol del 91. Aún el mismo día 20, traté de dormir en la tarde, para estar en óptimas condiciones y disfrutar la sombra sobre la Luna, pero fue inútil.
Había decidido verlo a la salida del Golfo de Nicoya, en la punta más Este de la península, llamada Punta Coral, tomando el tour del Manta Raya, organizado por Cientec. Mientras esperaba la llegada del bus, la Luna se fue elevando, entre las típicas nubes bajas vespertinas que ahora hay en San José.
El 20 amaneció algo nublado y ventoso, pero yo mantenía la esperanza de que ya a nivel del mar, las condiciones del tiempo fueran a mejorar mucho y afortunadamente así fue.
Con la llegada de la noche y la cercanía de la playa, el cielo empezó a despejarse y la Luna nos brindó su resplandor desde el inicio del viaje, como anunciándonos que en pocas horas tendríamos en primera fila la majestuosidad del eclipse. Ya en Puntarenas el característico aire de mar nos dio la bienvenida y tan pronto abordamos, el yate salió rapidito del puerto, con destino a nuestra cita. El cielo, a pesar de la majestuosidad de la silenciosa Selene, permitió encontrar algunas constelaciones que esa noche acompañaban su paso por el firmamento.
Poco a poco las luces de Puntarenas fueron quedando atrás, y en el horizonte frente a nosotros teníamos las colosales masas terrestres que como gigantes dormidos aparentaban indiferencia ante nuestra intromisión. El viento jugueteaba entre las pequeñas y espumosas olas que producía el paso del yate y me tendí un rato en la malla que tiene éste en la proa. Fue increíble ver la sombra de las aves delante de la embarcación revoloteando y pescando, sentir la fuerza del viento sobre mi rostro, respirar profundamente ese inconfundible aire marino y contemplar desde allí Luna y estrellas. Y nos bajamos del bote en esa exquisita reserva de bosque tropical seco, con muy poquitita playa, pero si con pequeños cangrejitos que vestidos con su caparazones nos rodearon con temor, para ver juntos el eclipse. Un coctelito y una cena deliciosa, muy bien coordinados con el cronograma del eclipse.
Armados con telescopios, binoculares y cámaras, o tan solo nuestros ojos, nos dedicamos a mirar el cielo, y a esperar el momento en que la Luna llegara a su cita, primero vestida de gris plata, luego de rojo y finalmente de plata otra vez. Pero estaba tan alta que la mejor posición para esperar el evento fue acostarnos en la arena.
Pasada la media noche, el eclipse comenzó, al principio casi era imperceptible, la entrada de la Luna en la sombra de la Tierra, pero si muy puntual en todas sus etapas. Los cambios de tonalidad naranja, rojo claro y un profundo rojo ladrillo se fueron sucediendo, así como la oscuridad circundante y la aparición de estrellas de poca magnitud, cúmulos globulares y galácticos y hasta la mismísima Vía Láctea.
Miramos hasta cansarnos, desde la tierra hasta el cielo y entre todos tomamos más de cinco mil fotografías. Yo no podía dejar de ver la Luna, estaba impresionante en su encuentro central con la sombra de la Tierra, entre Géminis y Tauro. Me dejó sin palabras el cambio de tonalidades como yo lo imaginaba, pero nunca había vivido; no llegó a un intenso color marrón, pero si era muy evidente el predominante tinte rojizo. Y no podía faltar alguno que otro meteoro que parecía jugar a las escondidas, desviando nuestra atención por unos pocos momentos. Creo que hasta ahora en mi vida, no he tenido de noche, un espectáculo tan completo, apacible y romántico, en el cual haya participado la Luna, Júpiter y Saturno, sellando el amanecer con Venus, casi en su máximo brillo y todo rodeado de estrellas en el momento del clímax.
El resto del viaje siguió aportando detalles; los reflejos de la Luna en el ondulante mar, las últimas luces del puerto y el tranquilo regreso a San José.
La cámara, el Manta Raya y las olas, jugando con las luces de Puntarenas
Tomé algunas fotos, pero el control manual de mi cámara, no se acopló bien con mi vista y anteojos. Les dejo algunas, pues para mí son recuerdos. Quizás las mejores permanecerán sin revelar, en los chips de mi cerebro. Y algunas ligas a otros sitios para que siga usted viendo.
Visto desde la Tierra, como todos lo hacemos, el Sol no se mueve sobre el ecuador, ni su órbita es circular, su orto y ocaso no ocurren a las 6 ni a las 18 horas.
Hace unos días recibí la consulta relacionada con la hora de la puesta del Sol (ocaso) en estos últimos meses del año. Me decía el lector que a mediados de setiembre el Sol se ocultó como 30 minutos antes de las seis de la tarde y cada vez más temprano en octubre y noviembre, pero que desde principios de diciembre el ocaso ocurre cada día más tarde y aún no ha llegado el solsticio. Todo lo anterior es correcto.
La más simple asociación que hacemos de los solsticios es con la duración del día; en el de verano los días son largos y en el de invierno los días son cortos. Pero debemos tener cuidado si queremos aplicar esta observación, a la hora del ocaso (o del orto).
La duración del día depende de dos eventos, pues es la resta de la hora del ocaso y la hora del orto del Sol, que son propiamente los dos eventos. Así, si el Sol se oculta tarde y sale temprano (en verano), el día tiene mayor duración que si se oculta temprano y se levanta tarde (en invierno).
La hora del orto y ocaso del Sol depende desde luego del período de rotación de la Tierra, que no es exactamente 24,00 horas.
Comparado con el día promedio, el día solar verdadero depende de la excentricidad de la órbita terrestre alrededor del Sol y de la oblicuidad del eje de rotación de la Tierra.
Tiene mayor duración cerca del perihelio (+10 s) y menor duración cerca del afelio (-10 s), debido a la mayor (o menor) velocidad de revolución para estas fechas, respectivamente
Es más largo cerca de los solsticios (+20 s) y más corto cerca de los equinoccios (-20 s), debido a que en los primeros la eclíptica es paralela al ecuador celeste, mientras que en los equinoccios está inclinada 23,5°, lo cual afecta la proyección de la órbita sobre el ecuador.
Podríamos decir de una manera simplificada que todos estos factores están tomados en cuenta en la Ecuación del Tiempo.
En la tabla siguiente se anota el orto y el ocaso del Sol para las coordenadas promedio de Costa Rica (10°N; 84°O), para los días 01 y 15 de cada mes. Esta información puede encontrarla para cualquier lugar y fecha en el sitio Naval Osceanography Portal: http://www.usno.navy.mil/USNO/astronomical-applications/data-services. También puede obtenerla de los programas de software astronómico como Starry Night y Stellarium.
Para las fechas 1, 8, 15, 22, 29 las hayará en la entrada mensual de este blog titulada Almanaque astronómico.
En la tabla completa se puede ver que la hora más temprana del ocaso del Sol (17:11) ocurre ente el 06 al 26 de noviembre, mientras que la hora más tardía (18:02), entre el 09 y el 15 de julio.
Del 18 de mayo al 9 de junio se da el amanecer más temprano (05:14) y el más tardío (05:59) del 24 al 30 de enero. Sin embargo, hay algunos mínimos y máximos relativos en otras fechas, por eso es mejor consultar la tabla del Portal Naval Oceanográfico, o su equivalente.
Diciembre 2010, nos trae la lluvia de meteoros Geminidas con máximo la noche del 13 al 14. Un acercamiento de la Luna a las Pléyades el 18 y a Venus el 21. Sin embargo, lo más interesante de este mes lo constituye el Eclipse Total de Luna, que inicia el día 21, a las 00:32, con la luna alta en el cielo y con cielo posiblemente despejado.Tenga cuidado, no se lo pierda, debe estar alerta la noche del 20 al 21.
Observaciones, referencias, efemérides y más, encuéntrelas abajo.