Albireo, en el Cisne

miércoles, 11 de junio de 2008

Culminación, si

(Original publicado: miércoles 28 de noviembre de 2007)

Paso cenital, no ¡por favor!

En mis actividades como educador y en relación al manejo de vocabulario y conceptos apropiados y correctos en ciencia, he tenido varias diferencias de opinión y discusiones amistosas con colegas docentes, pero recuerdo ahora especialmente las sostenidas con algunos periodistas y con quienes desempeñan el cargo de asesor en el MEP.
Estos amigos en algunas oportunidades me han manifestado que cuando se escribe un artículo para un libro, o para un periódico, no debe usarse vocabulario nuevo, o específico, porque entonces no se va entender el mensaje.

Estoy totalmente de acuerdo en cuanto a que -la compresión clara del mensaje, es lo más importante-. Cuando usamos un término nuevo se debe explicar de alguna manera, tan pronto como el estilo del documento lo permita.
Sin embargo, siempre se debe promover el crecimiento del vocabulario que manejan nuestros estudiantes, porque de esa manera se vuelve más claro y específico y no convertimos al término en un súpersinónimo, como le sucede a la palabra “energía”, que ahora se usa para atribuírsela a cosas muy dispares.

Hoy quiero referirme a un concepto y al término que lo tipifica, que ya sea por falta de formación específica, inexperiencia, descuido, carencia de asesoría apropiada, etc., se usa muy frecuentemente de manera errónea.
Posiblemente a todos nos queda claro el concepto de cenit (o punto cenital) cuando leemos su definición o nos la explican, -es el punto más alto en dirección vertical, encima de un observador particular-.

Ya sea por nuestra experiencia, o porque lo hemos estudiado, sabemos que cuando en ciertos lugares de la Tierra y en ciertas fechas, el Sol está en el cenit, no proyecta sombra sobre un objeto vertical.
La probabilidad de que un objeto celeste pase por el cenit no es grande, excepto para las estrellas que tengan la misma declinación que la latitud del observador.
Espero que los educadores y quienes hablan o escriben en los medios tengan más cuidado y dejen de usar “está en el cenit” de una manera elástica, para referirse a la culminación diaria del astro, que es algo semejante, pero menos restringida.

En un periódico de hace ocho días se les pidió a los estudiantes que comparen el tamaño de la Luna en el horizonte con el de “horas después, cuando la luna se encuentra en el cenit”.
Bueno, del 23 al 26 de noviembre (cerca de la llena) fueron días apropiados para hacer la comparación, pero en esos días la luna culminó entre los 76° y 72°, -alta si, pero no en el cenit-.

Supongo que no pudieron hacerlo, ¡la Luna nunca llegó al cenit!, o lo que es peor, quizás los empujaron a aprender un concepto (o término) con un grave defecto en su definición práctica.
Eso es lo que quiero que evitemos.
No debemos confundir la culminación de un astro con su paso cenital.

La primera ocurre todos los días y en cualquier parte de la Tierra, el segundo solo para los que tienen declinación igual a la latitud del observador.
Para el Sol, la Luna y los planetas, que no están fijos a la esfera celeste, jamás ocurre un paso cenital en lugares con mayor latitud que el ámbito de la declinación de aquellos.

Por ese motivo, quienes viven en latitudes más al norte del Trópico de Cáncer (o al sur del Trópico de Capricornio), saben bien que para ellos el sol nunca culmina cenitalmente, pues su declinación máxima es precisamente la latitud de los trópicos (+/- 23° 26'.)

En el caso de la Luna, la situación es un poco especial, ya que por estar el plano de su órbita inclinado 5,145° con respecto a la eclíptica su declinación máxima varía entre +28° 35' y +18° 18' y su declinación mínima entre -18° 18' y -28° 35'.

Visite mi página y lea una presentación más extensa sobre la culminación de la Luna y las fechas en que esto ocurre en el mes de diciembre.
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